La llave de Cataluña
Una ciudad estratégica
Siempre protegida por contundentes murallas
Desde tiempos inmemoriales las ciudades han buscado para su fundación lugares estratégicos, ubicados cerca de fuentes de recursos necesarios, y con una situación para favorecer el comercio y dominar el entorno… La ciudad y el territorio que representaba Tortosa históricamente constituía la puerta sur del Principado y en ella se encontraba el único paso estable para poder cruzar el río en su tramo final.
Hace más de dos mil años, el majestuoso Iber (Ebro) no había formado el magnífico delta en su unión con el Mediterráneo, al contrario, formaba un estuario que acercaba la ciudad al mar. Las colonias fenicias y griegas buscaban estas dos características, proximidad al mar y vía de penetración hacia el interior del país. Tortosa fue fundada como Dertosa en época romana, momento desde el cual ejerce de capital de esta parte, frecuentemente ignorada, de Cataluña. La antigua Híbera no debía ubicarse muy lejos del mismo solar tortosino. La intersección de la Vía Augusta construida por los romanos con el gran río peninsular enmarca el lugar estratégico donde se sitúa la ciudad.
Con una diócesis de mil quinientos años, Tortosa es la sede de un obispado que ha servido de conexión entre tierras del norte valenciano y de otras aragonesas. Tortosa ocupa la centralidad de los llamados «Països Catalans», hecho que le otorgó una importancia relevante desde la Edad Media y que, con frecuencia, se reivindicase como capital equidistante de los tres grandes centros urbanos de la antigua Corona de Aragón.
Estos hechos configuraron Tortosa como una plaza fuerte en todas las épocas históricas y conflictos bélicos (la sublevación de Cataluña, la Guerra de Sucesión, la Guerra de la Independencia, las guerras carlistas y la Guerra Civil Española). A lo largo de la historia, su posesión ha sido codiciada por todos los contendientes en los conflictos peninsulares, que se han esforzado por conquistarla.