CAJA DE LUZ CRONO (195 x 625 cm)

El yacimiento en el que nos encontramos es un yacimiento de todos y todas. Es la historia continua a lo largo de los siglos de una parte clave de nuestra ciudad. Es un yacimiento vivo, del que ya hemos aprendido mucho y del que esperamos seguir aprendiendo en el futuro.

Una ciudad llamada HIBERA

Las fuentes clásicas (Tito Livio) mencionan ya una importante ciudad ibérica de la tribu (etnia o pueblo) de los ilercavones en el tramo final del río Ebro, a la que llaman Hibera, en el transcurso de los enfrentamientos entre romanos y cartagineses durante la segunda guerra púnica, a finales del siglo III a. n. e. A partir de ese momento, la ciudad ya habría caído bajo el control de Roma.


Hibera sería un oppidum, un establecimiento humano fortificado y situado en altura, en este caso en la colina de la Suda. Las autoridades romanas convirtieron este núcleo indígena en centro rector y en su único interlocutor válido para buena parte de la Ilercavonia, haciendo que la ciudad reforzara su posición, mientras que la mayoría de los antiguos poblados ibéricos de la región eran abandonados.


A partir de ese núcleo indígena se originó la Dertosa de la época romana. Gracias a la existencia de una ceca en la ciudad, que acuñó moneda en dos emisiones sucesivas, se conoce la coexistencia de los dos nombres, Hibera y Dertosa, al menos hasta la primera mitad del siglo I d. n. e., en tiempos del emperador Tiberio.


La existencia de más de un nombre para nombrar a una única ciudad no era una práctica frecuente en la Hispania romana, pero se conocen otros ejemplos de ello.

DERTOSA, la ciudad de los navegantes

La imposición militar de Roma culminó, con el tiempo, en una plena romanización del territorio y en la absorción de la sociedad indígena en las estructuras administrativas y económicas romanas.


Dertosa nace como un enclave privilegiado, ya que se encuentra en la intersección entre la Vía Augusta y el río Ebro, que en época romana era navegable hasta Vareia (actual Logroño), según nos explica Plinio el Viejo (siglo I d. n. e.). Este hecho convertía al Ebro y a Dertosa en piezas clave en las comunicaciones y relaciones comerciales entre el interior peninsular y el Mediterráneo.


Dertosa era una ciudad de estatuto jurídico privilegiado, municipium de derecho romano posiblemente ya en tiempos de Julio César, y la más importante de la región que se extendía entre Tarraco y Saguntum. Su destacada condición exigía la existencia y la convivencia de importantes espacios públicos (un foro monumental, con templos y edificios administrativos), con instalaciones portuarias y de almacenamiento, pero también con espacios destinados al ocio (términos, espectáculos…), y al comercio y venta de productos, además de las viviendas.


Dertosa habría dispuesto de un territorio extenso, que habría incluido buena parte del curso inferior del río Ebro. Se cree que por el norte habría llegado hasta un punto cercano al Coll de Balaguer, más allá del cual se extendía el territorio de Tarraco, y por el sur habría llegado no muy lejos de Saguntum.


 

TURTUSHA, en los confines de al-Andalus

Entre los años 711 y 714, las tropas islámicas conquistaron la Península Ibérica. El nombre de Dertosa, adaptado a la fonética árabe, se convirtió en Turtusha. Después de un período de inestabilidad, las fronteras se estabilizaron en el siglo ix, y Turtusha se convirtió en un importante enclave en el extremo norte del dominio andalusí, clave dentro del sistema defensivo de la Marca Superior en el valle del río Ebro. La Marca Superior Ath-Thaghr al-Alá era una división administrativa y militar de al-Ándalus que ocupaba aproximadamente desde la costa mediterránea al nacimiento de los ríos Tajo y Duero.


La descripción que hace el geógrafo magrebí al-Himyari de la ciudad de Tortosa es la más completa y rica de las que poseemos. Destacamos el siguiente fragmento: “La ciudad propiamente dicha se extiende hacia el oeste y el norte de la alcazaba y está rodeada por un muro de piedra, que fue construido por los omeyas sobre el trazado de una muralla antigua. Este muro está atravesado por cuatro puertas, todas ellas recubiertas de hierro.” Los estudios arqueológicos han corroborado que la antigua muralla tardoantigua contó, efectivamente, con rehechos y reformas en época andalusí. Las murallas heredadas de la ciudad romana cumplieron su función con creces al detener los ataques imperiales carolingios sufridos entre 804 y 811, como lo atestigua la Vita Ludovici Pii cuando narra el asedio al que se veía sometida la ciudad en el año 808. En aquella ocasión, las huestes francas la atacaron infructuosamente con maquinaria de asedio durante cuarenta días.


La alcazaba, que corresponde al actual castillo de la Suda, era una fortaleza de carácter urbano cuya función era servir de residencia a un gobernador militar al cargo de una guarnición.


A partir del siglo x y en adelante, Turtusha vivió un momento de esplendor gracias al patrocinio de la corte califal. Muestras de este patrocinio fueron las mejoras en las fortificaciones, la construcción de unos astilleros y de una gran mezquita de cinco naves, seguramente la más importante de Cataluña durante la Edad Media. Asimismo, hubo importantes reformas urbanísticas, con la construcción de barrios con grandes casas de patio central y una elaborada sofisticación técnica, pero también de extensos arrabales cuidadosamente planificados, con viviendas humildes que convivían con pequeños talleres, establecimientos comerciales y almacenes en calles de trazado regular. El sistema de alcantarillado alcanzó en estos momentos un grado de complejidad que no se recuperó hasta ya el siglo xx. Este auge urbanístico fue acompañado por un notable florecimiento intelectual, y Turtusha fue la cuna de numerosos sabios y maestros que viajaban por todo el mundo islámico para adquirir y compartir conocimientos. Posteriormente, con la caída del Califato, Turtusha se convirtió en un pequeño reino taifa, una ciudad-estado muy a menudo en la órbita del poderoso reino islámico de Zaragoza.

TORTOSA, la ciudad de los mercaderes

La conquista feudal de Turtusha y su territorio fue llevada a cabo por el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, en 1148, al frente de un ejército croata, en el que destacaron la escuadra y las tropas genovesas. Se trató de un asedio largo, de seis meses de duración, que solo finalizó con la capitulación pactada del castillo de la Suda frente a los aliados cristianos.


Tomada la ciudad, el conde reorganizó el poblamiento y reparto de propiedades de los territorios conquistados en beneficio de los vencedores. Aunque en un principio el conde preservó las propiedades de los tortosinos musulmanes y su libertad de culto, la documentación muestra que pronto la mayor parte de la ciudad ya estaba en manos de señorías y propietarios cristianos, entre los que destacaban el obispado recientemente restaurado, la orden del Temple, o la estirpe de los Montcada, entre otros. Un año más tarde, el conde cedió a los judíos los antiguos astilleros de época islámica, situados en el extremo noroccidental de la ciudad, para construir la judería originaria. El crecimiento de esta judería comportó su ampliación, con la construcción del barrio judío nuevo, ya en el siglo xiii.


Durante la Baja Edad Media, Tortosa continuó siendo una importante plaza comercial, y los mercaderes tortosinos comerciaron con gran productividad con las ciudades más activas del Mediterráneo. El Ebro permitía, entre otras cosas, la importante salida de excedentes de cereal y lana de Castilla y Aragón, que se distribuía hacia Barcelona, Valencia, Francia e Italia. En estos momentos, el término general de Tortosa era muy extenso, y comprendía casi la totalidad de las actuales comarcas del Baix Ebre y Montsià.


El impulso comercial, el aumento demográfico, la construcción de grandes equipamientos por parte del gobierno municipal y el obispado hicieron de Tortosa uno de los principales centros urbanos de la Cataluña medieval.


Después de las pestes, guerras y calamidades sufridas entre los siglos xiv y xv, a partir de la segunda mitad del siglo xvi la población de la ciudad se recuperó, y Tortosa se convirtió en la quinta ciudad más poblada del Principado. Aunque el enderezamiento económico y demográfico fue en general limitado, y las condiciones de vida de la mayor parte de la población no mejoraron, en Tortosa la recuperación fue acompañada de la reanudación de grandes obras de prestigio, como la construcción y reforma de muchos palacios de la oligarquía local, pero también de grandes proyectos, como los Reales Colegios, una de las muestras más destacables de la arquitectura del Renacimiento en Cataluña.


 


FOTO 1.


Pesos de telar y fusayolas


Arcilla cocida


Les Planetes, Tortosa


Siglo iv a. n. e. a siglo v a. n. e.


Expuestos: Museo de Tortosa


 


FOTO 2.

Pebetero

Terracota hecha con molde

El Bordisa, Camarles

Siglo iv a. n. e. – siglo iii a. n. e.

Expuesto: Museo de Tortosa


FOTO 3.

As de Ilercavonia-Dertosa

Bronce

Planes de Morá, Garcia

Siglo i a. n. e. – siglo i a. n. e.

Expuesto: Museo de Tortosa


FOTO 4.

Inscripción con referencia a la flota de Rávena

Mármol

Localizada en Casa del Canonge Navàs, Tortosa

Siglos ii-iii d. n. e.

Expuesto: Museo de Tortosa


FOTO 5.

Cepo de ancla

Plomo

L’Ampolla

Época romana

Expuesto: Museo de Tortosa


 


FOTO 6.

Estela de Aulus Caecilius

Piedra arenosa

Castillo de la Suda, Tortosa

Siglo ii d. n. e.

Expuesto: Museo de Tortosa


FOTO 7.

Broches

Bronce

Calle Croera de Tortosa

Siglos vi-vii II d. n. e.


 


FOTO 8.

Pilastras y columna

Mármol

Catedral de Tortosa

Siglos VI-VII II d. n. e.

Expuestas: Museo de Tortosa


 


FOTO 9.

Lápida conmemorativa de los astilleros

Piedra

Catedral de Tortosa

Siglo x

Expuesta: exposición permanente de la Catedral de Tortosa


 


FOTO 10.

Jarras con asas con apéndice de botón

Cerámica

Yacimiento: Plaza Sant Jaume

Siglo xi

Expuestas: Museo de Tortosa


 


FOTO 11.

Jarra con filtro

Cerámica

Castillo de la Suda

Siglo xi

Expuesta: Museo de Tortosa


 


FOTO 12.

Dirham de la ceca de Turtusha

Plata

Siglo xi

Expuesta: Museo de Tortosa


FOTO 13.

Carta de poblamiento

Papel

1149

Arxiu Comarcal del Baix Ebre, Tortosa


 


FOTO 14.

Lápida conmemorativa de la consagración de la catedral románica

Piedra

Catedral de Santa María de Tortosa

1178

Expuesta: Catedral de Tortosa


 


FOTO 15.

Sello del veguer

Cera blanca

Siglo xiv

Expuesto: Museo de Tortosa


 


FOTO 16.

Cuaderno con dibujo de portaestandarte de la Veguería

Papel

1431

Expuesto: Museo de Tortosa


 


 


 

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