Descripción
El palacio Oliver de Boteller, magnífico ejemplo de arquitectura gótica civil, perteneció al linaje noble más influyente de la Tortosa del siglo XVI. En una época donde las disputas y rivalidades entre familias convirtieron las calles de la ciudad en un campo de batalla, Lluís Oliver de Boteller irrumpió en la política tortosina y catalana como un poderoso jefe de bandosidades. Con un gran patrimonio y disfrutando de la confianza del rey, este personaje encabezó una importante estirpe que dio tres presidentes a la Generalidad de Cataluña.
En el siglo XVIII, Joan Oliver de Boteller volvió a resaltar el nombre de la familia en los libros de historia. Fiel al archiduque Carlos, recogió la bandera de Santa Eulalia cuando Rafel de Casanova fue herido el 11 de septiembre de 1714 durante la caída de Barcelona. Oliver de Boteller formó parte de la comitiva que negoció la capitulación de la ciudad con el duque de Berwick, convirtiéndose en una pieza crucial en los últimos días de la Guerra de Sucesión.
El edificio fue construido en el siglo XV presidiendo la fachada fluvial, muy cerca de la antigua Lonja. En tiempos de conflicto, el palacio Oliver de Boteller era un elemento clave para defender la ciudad de los ataques provenientes del río. Para llevar a cabo esta función defensiva tenía una apariencia fortificada con una fachada austera, maciza y almenada. Por dentro, sin embargo, sería el edificio particular más lujoso y equipado de Tortosa. Hospedó, incluso, al rey Felipe II durante su estancia en la ciudad en 1585.
Hoy en día, trasladado donde estaba situado el antiguo Ayuntamiento, el palacio solo conserva la parte exterior y el techo artesonado de la sala noble. El resto fue destruido durante la Guerra Civil. Como testimonio de este conflicto aún se pueden ver marcas de proyectiles en la fachada. Además, a la izquierda del edificio se conserva la monumental fuente gótica que abastecía de agua el centro de la ciudad durante la Edad Media.